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Pero, pasados aquellos días, nos dispusimos a seguir nuestra ruta. Todos ellos, con sus mujeres y sus hijos, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad. Allí, puestos de rodillas en la playa, oramos. Tras intercambiar saludos de despedida, subimos a bordo de la nave, y ellos regresaron a sus casas.

De Tiro nos dirigimos a Tolemaida donde pusimos fin a nuestra travesía. Saludamos allí a los hermanos y pasamos un día con ellos.

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